El objetivo de la propuesta consiste en ordenar 43 viviendas explotando al máximo las excepcionales condiciones de la parcela en la que se sitúan. Por ello se ordenan al tresbolillo y se escalonan en la parcela para que cada una de ellas tenga el máximo “aire” a su alrededor. De este modo todas las viviendas tienen vistas sobre la cornisa oeste de Madrid, los conjuntos no se entorpecen volumétricamente y los jardines de las viviendas en planta baja no tienen nunca contacto entre ellos manteniendo una intimidad acústica fundamental.
Íntimo y arbolado al oeste. Abierto y colectivo al este. Las viviendas exponen al sur y al este su fachada más abierta. Se pliegan al oeste formando espacios más recoletos a través de los que se accede. Estas dos “capas”, este y oeste, dividen la parcela en dos fragmentos con caracteres distintos. Al oeste, topografías suaves, paisaje muy arbolado y jardinería cuidada y vistas ocultas. Al este, topografías más accidentadas, menos arbolado y jardinería más extensa, priman las vistas.
Todas las viviendas tienen las mejores vistas, buena orientación y no se miran entre ellas. Por ello, los jardines privados no tiene lindes comunes, se articulan usando la topografía y la vegetación como elementos divisorios; todas son distintas. Piedra oscura, carpinterías luminosas y cálidas y toldos alegres y sonrientes. Estos tres materiales le aportan al conjunto las cualidades que debe tener. La piedra facilita su camuflaje entre los árboles. La madera, calidez táctil y visual. Los toldos capturan la luz transparente y fría del noroeste de Madrid. Grandes superficies acristaladas, protegidas en verano, trasforman unas casas no muy grandes en viviendas excepcionales.