La edificación residencial que se proyecta ocupa el horizonte de una cornisa del terreno, al norte y a levante, del campo de Golf de La Moraleja. Esta posición le confiere, además de una buena orientación, unas vistas y un entorno magnífico. La fragmentación del conjunto en unidades menores y su baja altura permiten que su presencia como límite y horizonte norte del campo de golf quede envuelta por el arbolado y la vegetación. En la parte más baja, donde la cornisa se eleva más y ofrece excelentes vistas, la edificación se proyecta aterrazada, con grandes vuelos y sombras, y con un acabado de tonos verdes de cobre, cambiantes según la hora y la luz, para producir un conjunto armónico y evitar la sensación de una construcción sólida y la imagen doméstica de una fachada convencional.

Es necesario alcanzar una importante ocupación de la estrecha franja disponible para el proyecto, a fin de alojar el volumen residencial exigido. La casi totalidad del suelo disponible se modela formando plataformas y terrazas vegetales, sobre las que se propone plantar un arbolado de gran porte, de modo que las edificaciones se perciban desde el campo de golf con un primer término arbolado, un término medio de piedra, con un claroscuro de cristal y madera, y un fondo de grandes copas frondosas. Para configurar este paisaje de fondo del campo de golf se recurre al uso de gaviones y piedras con trepadoras y hierba para contener los terraplenes y aterrazamientos, que permiten una continuidad con el terreno del golf, y unas plataformas verdes sobre y tras las cuales se levanta la edificación de baja altura, que a su vez presenta acabados naturales de cerámica o piedra y de revestimientos con el color verde-azul del cobre meteorizado.