La Embajada de España en Moscú se aloja en un magnífico y poderoso Palacio de 1874. El paso del tiempo ha dejado el edificio obsoleto, pequeño y disfuncional. El proyecto, para su renovación, centra por tanto su esfuerzo sobre todo en la solución eficaz de los problemas organizativos, funcionales y de confort, colocando la nueva arquitectura en un plano complementario respecto la arquitectura histórica. Lo nuevo se acomoda a lo existente para eliminar sus deficiencias y enfatizar su valor.