El Centro de Visitantes tiene una condición doble, es una edificación que se integra en el Tiergarten, como un pabellón “suyo” que se funde con el medio natural del parque, pero lo hace sin renunciar a su condición arquitectónica, situándose en la estela de otras arquitecturas formidables que construyen los bordes del Tiergarten, como el Hansaviertel, la Phillarmoniem, la Neue Wache y la desplazada Siegeseule.
El edificio se configura doblemente: volumétricamente es rotundo y preciso, un polígono deformado fácilmente legible, pero su materialidad es esquiva, matizada con transparencias y reflectancias; a veces refleja el parque o adquiere el color del cielo, otras muestran su interior. Su planta poligonal le permite relacionarse de distintos modos con el exterior, con la monumental Platz der Republik, con los setos severos de tejo del Sowjetisches Denkmal, con las alineaciones de tilos la Simsonweg, de la Qverallee, o con la plaza arbolada entre ambos caminos.
Si la manifestación exterior del Centro de Visitantes es consecuencia de la relación delicada y expresionista con el lugar, su organización espacial es, sobre todo, expresión de su estructura esquelética. Se levanta desde su centro denso con dos grandes pilones -que contienen las circulaciones verticales- y que sostienen una parrilla de vigas de hormigón de gran canto atadas en su perímetro. Esta estructura portante cualifica el interior del espacio principal, el foyer, que iluminado cenitalmente muestra el ritmo de luces y sombras de una estructura poderosa. En cuanto a la eficacia del nuevo edificio, está directamente ligada al funcionamiento de sus circulaciones y a la adecuación de los espacios públicos a las mismas. El esquema espacial es sencillo: espacios densos y espacios fluidos se alternan en una suerte de nuevo poché para delimitar masas y vacíos de forma natural. Esto permite que la convivencia de usos públicos y privados ordene la planta en una sencilla aplicación del esquema servidor-servido.