La morfología del conjunto de elementos que forman la propuesta es rotunda y explícita: tres piezas sobre rasante – el pabellón de acceso a la galería, el pabellón de acceso a la biblioteca y el patio – y tres subterráneas – las aulas, la galería y el jardín interior. Cada uno de los elementos que hay sobre la superficie posee un vínculo directo con cada uno de los elementos soterrados. Como si fuera una imagen especular, una de la otra. El pabellón del Paseo Colón tiene su reflejo en la galería de exposiciones; el pabellón de la biblioteca en las aulas; y el patio de jacarandas en el jardín interior. Esta disposición de las piezas evoca además la imagen paradigmática que nos ofrece el romanticismo pictórico del pabellón o templete sobre la gruta; el elemento clásico, con su orden severo y la construcción orgánica, con su orden sensible.
El conjunto posee dos filtros que median entre la experiencia exterior y la interior, pero también entre la dimensión clásica y la orgánica que caracteriza la propuesta. Uno de los filtros media entre el ritmo pautado y poderoso de la estructura enterrada y la exuberancia del jardín interior y se levanta adquiriendo la forma de un inmenso paño acristalado que ilumina tanto la galería como los dos grupos de aulas. El segundo filtro es el lucernario alargado, versión contemporánea de la teatina limeña, que relaciona el patio de las jacarandas con el jardín interior, capturando la luz, para introducirla hasta lo más profundo de la nueva galería del MALI.